Querido bebé,

«Yo soy yo y mis circunstancias» Ortega y Gasset

Antes de nada: yo no tengo 102 años como el hombre del anuncio de Coca Cola. Tampoco te escribo para decirte que estás aquí para ser feliz: para eso ya está la publicidad. Simplemente quiero hablarte de tí y de mí, y de esa amplia distancia que nos separa. Puede que sea algo normal esta fobia mía a lo nuevo. Que este temor a los cambios sea una simple etapa más de este proceso de madurez. De la evolución humana. Y esque siento como si ya no tuviera nada que ver contigo. Como si hubiese pasado a formar parte de una generación anticuada, algo perdida en el tiempo, anclada ya en el pasado.
Me gusta suponer que no soy la primera en sentirse desubicada en el tiempo. Que nuestros padres y abuelos sufrieron lo mismo, aunque en su caso de manera más brusca. Al fin y al cabo, tú y yo no somos tan distintos, aunque la rápida evolución tecnológica que caracteriza a esta nueva Generación Multimedia haga que las distancias crezcan a pasos agigantados.

Este mundo que va surgiendo a mi alrededor mientras yo trato de agarrarme con fuerza a mis raices, me es cada vez más extraño. Tú y yo ya no hablamos el mismo idioma. Y la simple idea de dejar atrás aquello con lo que me he criado, me aterra. Pero el tiempo no se detiene. Ni para tí, ni para mí.

Querido bebé: tú ya eres un nativo digital. Y algún día sentirás lo mismo que yo ahora siento.

El término nativo digital fue acuñado por Mark Prensky en 2004, en su ensayo La muerte del mando y el control. También en ese momento nació el inmigrante digital: ese ser tecnificado que aprendido el idioma del nativo, pero que aún conserva ese acento que le diferencia.

El nativo digital, por el contrario, ha nacido con la tecnología bajo el brazo: la maneja a la perfección como si de su idioma natural se tratase. Hace girar su vida en torno a ella, ya que no ha aprendido a prescindir de sus servicios. No solo emplea la tecnología de manera habitual, sino que también ha logrado hacerla suya, adoptándola como mecanismo para la expresión y la creación. El  nativo digital es, al fin  y al cabo, un sujeto altamente dependiente, que probablemente no sepa llegar a casa sin ayudarse de su GPS.

Podría ser, el nativo digital, un engendro de la ciencia.

Pero lo que también es evidente es que no todos los hijos de esta generación son nativos digitales, idea que sea caricia en Born Digital, la obra de John Palfrey y Urs Gasser. El hecho de que no todos los nacidos en una misma generación temporal sean nativos digitales se debe a que la pertenencia a este grupo no depende únicamente de la edad. Aún existen en el mundo millones de personas que o tienen acceso a las nuevas tecnologías, que no cuentan con acceso a Internet en sus hogares. Que viven aislados, ajenos a la Generación Multimedia. Además de estas personas cuyo aislamiento se debe a la falta de recursos, existe otro grupo amplio que decide voluntariamente mantenerse al margen de la tecnología. O al menos no introducirse de lleno en esta nueva generación marcada por la rápida evolución de las tecnologías.

Así, estos autores, llevan a cabo una división basada en la edad y el comportamiento de los sujetos: por un lado están los auténticos nativos digitales, nacidos con la tecnología y que se  hallan inmersos en el mundo digital; por otro lado, aquellos que pertenecen a la generación por haber nacido en ella, pero que no viven «digitalmente». Además, existen los que  no nacieron en la generación digital pero viven como si así hubiese sido; los llamados inmigrantes digitales, que no pertenecen a esta generación ni viven de ese modo, pero que realizan esfuerzos para adaptarse a los nuevos tiempos y,  finalmente, aquellos que no nacieron en la era digital y que tampoco tienen acceso a las nuevas tecnologías.

Y es que no importa dónde nazcamos, ni siquiera cuándo ni cómo. Somos nosotros quienes decidimos quiénes somos, ya que, a pesar de que las coordenadas espacio-temporales nos condicionan, no son ellas quienes eligen nuestro futuro. Ahora más que nunca, nuestro futuro está en nuestras manos.

~ por Rocío Rebollo en 7 marzo 2009.

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